Enhorabuena
por adquirir una vivienda nueva. Enhorabuena también si simplemente ha decidido
reformar la antigua y dejarla como nueva. Es usted el afortunado/a poseedor/a
de un espacio vital que, estamos seguros, le va a reportar múltiples
satisfacciones. Siga las instrucciones de uso de esta guía rápida y cuide su
vivienda. Ella le cuidará a usted.
Interiorismo del proyecto:
Equipo Pepe Cabrera & Erik Kuster. Arquitectura: Carlos Gilardi. Fotografías:
Gerard de Boer. Cortesía de la revista Casa Viva
Primer paso. Entre.
Cierre la puerta. Respire hondo. Compruebe todas las conexiones de energía de
su casa. Accione todos los interruptores, abra y cierre los grifos, las
cisternas, los mecanismos, los grandes, medianos y pequeños electrodomésticos.
Si su casa es de última generación testee los comandos domóticos para comprobar
que responden a sus demandas. Todo funciona. No olvide que su casa es una
máquina sofisticada, atravesada de punta a punta por conducciones, células y
mecanismos diseñados para protegerle y ofrecerle confort. Como todas las
máquinas hay que cuidarla, revisarla y engrasarla periódicamente. Conserve los
mil libros de mantenimiento como si fueran un tesoro.
Segundo paso. Abra
todas las puertas y ventanas. Observe a su alrededor. Compruebe que tal se
lleva la casa con su jardín, con la casa del vecino, con las ventanas de las
casas de enfrente, con el skyline de la ciudad, con su balcón. Escúchela
respirar cuando el aire la atraviesa. Observe cómo se comporta con el sol del
este por las mañanas y con el del oeste al atardecer. Qué habitaciones son más
sociables, cuáles más antipáticas, qué piezas resultan tímidas y qué otras
extrovertidas. Recuerde que su casa tiene temperamento y es conveniente conocerlo tan a fondo como
el de su pareja. El carácter de su vivienda le dirá donde es mejor ubicar las
funciones domésticas.
Tercer paso. Es
el momento de vestir la casa por dentro. Decida qué cosas necesita y cuántas
quiere tener. Recuerde que más no siempre es mejor. Empiece imaginando lo
esencial, que lo otro ya vendrá solo. Haga un cálculo de las horas que transcurrirán
allí dentro haciendo según qué y en seguida tendrá una lista de prioridades.
Sofá, cocina, cama, ducha, armario… el orden lo pone usted pero intente que la
lista no se alargue. Ahí va a parar el grueso del presupuesto de decoración y
no debe escatimar ni un céntimo. Sea generoso. La casa no se va a quejar de sus
decisiones, pero usted tal vez sí. En todo lo demás se puede mostrar tan
ahorrativo como desee.
Cuarto paso.
Atención a los detalles. Fíjese bien en
las pequeñas cosas que están a la vista porque va a convivir con ellas algún
tiempo. Los tejidos, las texturas de las maderas, lo que cuelga en las paredes,
los gadgets decorativos, la lencería de cama, el suelo, las alfombras,
utensilios y objetos de todo tipo. Todas las cosas que van a estar en contacto
con su piel. Piense que no se trata de vestir la casa, decorarla, sino de
revestir su vida cotidiana durante meses, quizá años.
Quinto paso.
Cierre la puerta y disfrute de su vivienda. Aprenda a disfrutar la vida en
casa. A no hacer nada. A hacer todo aquello que había aplazado los últimos
años. Invite amigos. Deje que los niños troten. No sufra por la pintura de las
paredes, ni por los pomos, los grifos o la caldera. Todo se puede renovar y
probablemente lo próximo será mejor. Deje que su casa madure con usted y que se
amolde a sus tics, manías y sueños. Relájese y deje que fluya y aprenda. Déle
caña. Nada le reportará más goce que una casa bien educada.
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