Diseño de interiores: la Ventana de Marcel Benedito

Diseño de interiores: la Ventana de Marcel Benedito
Casa Sardinera de Ramón Esteve. Foto: Mariella Apolonio

lunes, 26 de mayo de 2014

Si algún día tu pareja te pregunta qué es el diseño...

Hace muchos, pero que muchos años, este periodista entrevistó al insigne diseñador André Ricard, con la insolencia que da la juventud y la audacia que proporciona la ignorancia. Era consciente de que me hallaba ante un mito del diseño pero parecía una persona tan apacible, tan educada, con ese bigote recortado y esas maneras refinadas de gentleman inglés, que no llegó a intimidarme como, pongamos por caso, muchos años más tarde me llegaron a intimidar los ojos grises de la modelo Judith Mascó. Pero esa es otra historia.

André Ricard, sin duda el diseñador más elegante y creativo del grupo de pioneros del Made in Spain 

El caso es que el memo arriba firmante no pudo evitar la tentación de preguntarle la chorrada de manual que se pregunta a los diseñadores cuando uno cree que tienen respuesta para todo. Y le pregunté, en plan optimista de reportero dicharachero, cómo era su casa. "Y ¿cómo es su casa, señor Ricard?"
Ricard, majestuoso, imponente, me miró de arriba a abajo, sonrió ligeramente y enarcando una ceja como si acabara de recordar que era la hora del té, se dispuso a contestarme. Por lo menos fue mucho más educado que Antonio Citterio quien, unos años más tarde, me dejaría con la palabra en la boca a la media hora exacta de entrevista. Pero esa es otra historia.
 
Antonio Citterio se comportó como una estrella caprichosa cuando lo entrevisté, hace unos cuantos años, en su estudio de Milán.
 
"Mi casa -dijo Ricard levemente condescendiente y fastidiado como alguien a quién han pillado en falta-, es una casa muy burguesa, con muchos elementos que no necesariamente se corresponden a la idea de diseño que vemos aquí, en mi estudio. Mi casa, en definitiva, es la que comparto con mi mujer y ella se encarga de la decoración."
Ah... contestó como un bobo el mismo que años más tarde acabaría dirigiendo por carambolas del destino una revista de interiorismo contemporáneo. Cosa que solo se explica porque en ese momento no debía haber nadie más a mano.  Pero esa es otra historia.
Cenicero Copenhaguen, preciso, apilable, resistente, bello, duradero, útil...una muestra del buen hacer de Ricard de la época en que fumábamos
 
Esa respuesta exquisita, levemente melancólica, del creador del mejor cenicero de todos los tiempos (el mismo que estoy usando ahora mismo, que se llama Copenhaguen y que es el Rolls Royce de los ceniceros, 11,20 € en vincon.com), persiguió al torpe aprendiz de entrevistador durante muchos años como una débil  llama que encerraba la verdad de la vida y el diseño. Y tal es la exasperante lentitud mental del susodicho, o sea, yo mismo,  que tardé años en entender qué quería decir exactamente el preclaro pionero de las artes aplicadas que ya diseñaba cuando ni siquiera existía esa disciplina.
Pero el otro día, mientras el despistado responsable de esta página transcribía la enésima entrevista a un joven y prometedor diseñador se dio cuenta de que había vuelto a incurrir en la osadía de formular la preguntita al pobre muchacho. Y no solo eso. El muy tarugo lleva años haciéndosela a todo el mundo con la impunidad que le brinda dirigir un medio. O, como decía un viejo amigo, trabajar ensuciando los papeles. Pero esa es otra historia.
 

Esta maravillosa pinza de Mobles 114 también es un diseño de André Ricard
 
¿Cómo es tu casa ideal? Eso no se pregunta a un diseñador, como no se pregunta a una amiga de qué color lleva las bragas. Al menos en circunstancias normales. Pero no entremos en ese terreno.
El asunto es que Ricard miró a los ojos al borrico del periodista y le dio a entender ¿tú crees que el diseño es más importante que mi mujer?
No. Claro que no. Al carajo el diseño, la estética, la modernidad, la moda, las tendencias, la arquitectura de Calatrava… tu pareja es mucho más importante. Esa es la verdad que le estaba regalando modestamente el creador al mostrenco que era incapaz de entender la grandeza de esa reflexión. No hay goce estético que pase por delante del olor de su cabello cuando duerme a tu lado el lunes por la mañana. Esa es la casa ideal. Seguramente es caótica, liada y está repleta de muebles sobrevivientes de algún naufragio emocional. Pero es la tuya. Si algún día tu pareja te pregunta qué es el diseño, contéstale: "Diseño eres tú".

lunes, 5 de mayo de 2014

Un japonés con bigote construye casas de cartón para refugiados y le dan un premio

El Premio Pritzker de Arquitectura es el equivalente al Nobel en este terreno y se entrega cada año a un arquitecto internacional diferente para destacar su labor. Hace pocas semanas se proclamó galardonado este año el arquitecto japonés Shigeru Ban, del que se destaca la labor entusiasta ‒y siempre desinteresada‒ por proyectar viviendas construidas con materiales humildes capaces de hacer frente a una tragedia natural o a un desplazamiento masivo por causa de una guerra. Son casas diseñadas para emergencias, levantadas en pocos minutos a base de cartón, lonas, esqueletos metálicos y materiales reciclados varios que permiten acoger a muchas personas y darles un techo provisional pero digno.


Fotografías cortesía Shigeru Ban


Hay imágenes de Shigeru Ban (un señor con bigote de lo más normal), arremangado para echar una mano a los voluntarios locales en el momento de levantar estas frágiles estructuras que él mismo define como arquitectura de emergencia. No se puede decir, por tanto, que se trate de un gesto de compromiso de salón, sino de una seria conciencia profesional que ha merecido justo reconocimiento. Qué lejos de esos arquitectos estrella que no tienen empacho en multiplicar por cuatro sus presupuestos, pasan tranquilamente de la gente y ni siquiera se preocupan si el  pavimento de sus magnas creaciones es propenso al resbalón o la piel de cerámica se cae a trozos.


Siempre he declarado mi amor reverencial al concepto de hogar, aunque soy consciente de que solemos tener entre manos viviendas que no están al alcance del común de los consumidores. Son circunstancias diferentes a las que rodean la desgracia de los damnificados pero, en cualquier caso, participamos de la preocupación por un derecho fundamental del ser humano como es el de disfrutar de un cobijo.

Disfrutar saboreando las casas ajenas es una forma de rendir homenaje a la arquitectura residencial y a las personas que la hacen posible. Es un reconocimiento al maravilloso trabajo de los interioristas y a lo mucho que puede hacer por el crecimiento personal un espacio adecuado. Es creer en el concepto de hogar y valorar positivamente la decisión de dedicarle más recursos en vez de despistarlos hacia otras formas de ocio. Es creer en la capacidad curativa de los espacios, de la luz y los colores; en las posibilidades que nos ofrece  nuestro entorno para ser mejores y compartir este anhelo con los nuestros.



Estos años de crisis económica que aún no han acabado suponen, por encima de todo, una lección de humildad que va a configurar el temperamento de, por lo menos, una generación de ciudadanos. Nada volverá a ser igual en este siglo XXI que ya empieza a madurar: ni el trato con el planeta, ni la gestión de los recursos, ni la relación con nuestro entorno, ni el diseño de los espacios. Un toque de atención para nuestra conciencia que seguirá soñando con mansiones y casas con balcones al mar pero que, en el fondo, no puede olvidar a personas no tan privilegiadas como nosotros.

Shigeru Ban, que también es conocido porque proyecta edificios maravillosos, nos lo recuerda con su actitud solidaria por lo que me alegro de que su lección maestra haya sido escuchada y reconocida con este Pritzker.