Hace muchos, pero que muchos años, este periodista
entrevistó al insigne diseñador André Ricard, con la insolencia que da la
juventud y la audacia que proporciona la ignorancia. Era consciente de que me
hallaba ante un mito del diseño pero parecía una persona tan apacible, tan
educada, con ese bigote recortado y esas maneras refinadas de gentleman inglés,
que no llegó a intimidarme como, pongamos por caso, muchos años más tarde me
llegaron a intimidar los ojos grises de la modelo Judith Mascó. Pero esa es
otra historia.
André Ricard, sin duda el diseñador más elegante y creativo del grupo de pioneros del Made in Spain
El caso es que el memo arriba firmante no pudo evitar
la tentación de preguntarle la chorrada de manual que se pregunta a
los diseñadores cuando uno cree que tienen respuesta para todo. Y le pregunté,
en plan optimista de reportero dicharachero, cómo era su casa. "Y ¿cómo es su casa, señor Ricard?"
Ricard, majestuoso, imponente, me miró de arriba a
abajo, sonrió ligeramente y enarcando una ceja como si acabara de recordar que
era la hora del té, se dispuso a contestarme. Por lo menos fue mucho más
educado que Antonio Citterio quien, unos años más tarde, me dejaría
con la palabra en la boca a la media hora exacta de entrevista. Pero esa es
otra historia.
Antonio Citterio se comportó como una estrella caprichosa cuando lo entrevisté, hace unos cuantos años, en su estudio de Milán.
"Mi casa -dijo Ricard levemente condescendiente y fastidiado como alguien a quién han pillado en falta-, es una
casa muy burguesa, con muchos elementos que no necesariamente se corresponden a
la idea de diseño que vemos aquí, en mi estudio. Mi casa, en definitiva, es la que comparto
con mi mujer y ella se encarga de la decoración."
Ah... contestó como un bobo el mismo que
años más tarde acabaría dirigiendo por carambolas del destino una revista de
interiorismo contemporáneo. Cosa
que solo se explica porque en ese momento no debía haber nadie más a
mano. Pero esa es otra historia.
Cenicero Copenhaguen, preciso, apilable, resistente, bello, duradero, útil...una muestra del buen hacer de Ricard de la época en que fumábamos
Esa respuesta exquisita, levemente melancólica, del creador
del mejor cenicero de todos los tiempos (el mismo que estoy usando ahora mismo, que se llama Copenhaguen y que es el Rolls Royce de los ceniceros, 11,20 € en vincon.com), persiguió al torpe aprendiz de
entrevistador durante muchos años como una débil llama que encerraba la verdad de la vida y el
diseño. Y tal es la exasperante lentitud mental del susodicho, o sea, yo mismo, que tardé años en
entender qué quería decir exactamente el preclaro pionero de las artes
aplicadas que ya diseñaba cuando ni siquiera existía esa disciplina.
Pero el otro día, mientras el despistado responsable
de esta página transcribía la enésima entrevista a un joven y prometedor diseñador se dio cuenta de que había vuelto a incurrir en la osadía de formular la
preguntita al pobre muchacho. Y no solo eso. El muy tarugo lleva años
haciéndosela a todo el mundo con la impunidad que le brinda dirigir un medio.
O, como decía un viejo amigo, trabajar ensuciando los papeles. Pero esa es otra
historia.
Esta maravillosa pinza de Mobles 114 también es un diseño de André Ricard
¿Cómo es tu casa ideal? Eso no se
pregunta a un diseñador, como no se pregunta a una amiga de qué color lleva las
bragas. Al menos en circunstancias normales. Pero no entremos en ese terreno.
El asunto es que Ricard miró a
los ojos al borrico del periodista y le dio a entender ¿tú crees que el diseño
es más importante que mi mujer?
No. Claro que no. Al carajo el
diseño, la estética, la modernidad, la moda, las tendencias, la arquitectura de
Calatrava… tu pareja es mucho más importante. Esa es la verdad que le estaba
regalando modestamente el creador al mostrenco que era incapaz de entender la
grandeza de esa reflexión. No hay goce estético que pase por delante del olor
de su cabello cuando duerme a tu lado el lunes por la mañana. Esa es la casa
ideal. Seguramente es caótica, liada y está repleta de muebles sobrevivientes de algún naufragio emocional. Pero
es la tuya. Si algún día tu pareja te pregunta qué es el diseño, contéstale: "Diseño eres tú".
Es un verdadero placer leerte. La forma literaria en la que lo escribes... es como estar leyendo un libro. Tiene ritmo, algo que para mí es esencial. No suelo comentar (de hecho esta es la primera vez) pero me paso por aquí muy regularmente. Este post me ha cautivado y su conclusión mucho más. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Beatriz. Me alegro de que te guste mi blog. Tengo la suerte y la desgracia de hablar de un tema (el diseño) que no tiene apenas literatura sino solo fotografías... así que hay cuerda para rato. Un abrazo
ResponderEliminar