Diseño de interiores: la Ventana de Marcel Benedito

Diseño de interiores: la Ventana de Marcel Benedito
Casa Sardinera de Ramón Esteve. Foto: Mariella Apolonio

lunes, 5 de mayo de 2014

Un japonés con bigote construye casas de cartón para refugiados y le dan un premio

El Premio Pritzker de Arquitectura es el equivalente al Nobel en este terreno y se entrega cada año a un arquitecto internacional diferente para destacar su labor. Hace pocas semanas se proclamó galardonado este año el arquitecto japonés Shigeru Ban, del que se destaca la labor entusiasta ‒y siempre desinteresada‒ por proyectar viviendas construidas con materiales humildes capaces de hacer frente a una tragedia natural o a un desplazamiento masivo por causa de una guerra. Son casas diseñadas para emergencias, levantadas en pocos minutos a base de cartón, lonas, esqueletos metálicos y materiales reciclados varios que permiten acoger a muchas personas y darles un techo provisional pero digno.


Fotografías cortesía Shigeru Ban


Hay imágenes de Shigeru Ban (un señor con bigote de lo más normal), arremangado para echar una mano a los voluntarios locales en el momento de levantar estas frágiles estructuras que él mismo define como arquitectura de emergencia. No se puede decir, por tanto, que se trate de un gesto de compromiso de salón, sino de una seria conciencia profesional que ha merecido justo reconocimiento. Qué lejos de esos arquitectos estrella que no tienen empacho en multiplicar por cuatro sus presupuestos, pasan tranquilamente de la gente y ni siquiera se preocupan si el  pavimento de sus magnas creaciones es propenso al resbalón o la piel de cerámica se cae a trozos.


Siempre he declarado mi amor reverencial al concepto de hogar, aunque soy consciente de que solemos tener entre manos viviendas que no están al alcance del común de los consumidores. Son circunstancias diferentes a las que rodean la desgracia de los damnificados pero, en cualquier caso, participamos de la preocupación por un derecho fundamental del ser humano como es el de disfrutar de un cobijo.

Disfrutar saboreando las casas ajenas es una forma de rendir homenaje a la arquitectura residencial y a las personas que la hacen posible. Es un reconocimiento al maravilloso trabajo de los interioristas y a lo mucho que puede hacer por el crecimiento personal un espacio adecuado. Es creer en el concepto de hogar y valorar positivamente la decisión de dedicarle más recursos en vez de despistarlos hacia otras formas de ocio. Es creer en la capacidad curativa de los espacios, de la luz y los colores; en las posibilidades que nos ofrece  nuestro entorno para ser mejores y compartir este anhelo con los nuestros.



Estos años de crisis económica que aún no han acabado suponen, por encima de todo, una lección de humildad que va a configurar el temperamento de, por lo menos, una generación de ciudadanos. Nada volverá a ser igual en este siglo XXI que ya empieza a madurar: ni el trato con el planeta, ni la gestión de los recursos, ni la relación con nuestro entorno, ni el diseño de los espacios. Un toque de atención para nuestra conciencia que seguirá soñando con mansiones y casas con balcones al mar pero que, en el fondo, no puede olvidar a personas no tan privilegiadas como nosotros.

Shigeru Ban, que también es conocido porque proyecta edificios maravillosos, nos lo recuerda con su actitud solidaria por lo que me alegro de que su lección maestra haya sido escuchada y reconocida con este Pritzker.

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