Diseño de interiores: la Ventana de Marcel Benedito

Diseño de interiores: la Ventana de Marcel Benedito
Casa Sardinera de Ramón Esteve. Foto: Mariella Apolonio

lunes, 23 de junio de 2014

El cuerpo nos pide volver a casa

El entorno nos moldea mucho más de lo que somos capaces de reconocer. Creemos que se adapta a nuestras dimensiones físicas y mentales pero, en realidad, es al revés. Nosotros, que somos una especie extraordinariamente adaptable (por eso hemos llegado tan lejos) nos hacemos al espacio en que nos toca y lo naturalizamos porque es una estrategia para sobrevivir. Eso explica porque los ocupantes de una mansión maravillosa que se aboca al mar no revientan de felicidad, ni los recluidos en una celda se mueren de pena. Son casos extremos de adaptación al entorno.


Barak House, Israel, proyecto de Pitsou Kedem y Nurit Ben Yusef, fotografiado por Amit Geron, cortesía de Moooi.

Buscamos reconocer el espacio familiar que nos hace sentir protegidos, independientemente de los metros cuadrados que disfrute. Al fin y al cabo el vientre de mamá no era lo que se dice un gran apartamento. Pero era un cobijo seguro, como después sus brazos, como su cocina, como su casa y ese olor peculiar. Nuestro cuerpo, con su inteligencia genética, sabe perfectamente cuando estamos fuera de casa y nos gasta esa típica mala pasada de cerrarse en banda en cuanto nos alejamos un par de días de ella y de su familiar cuarto de baño. Todos hemos experimentado esa desagradable sensación (especialmente las damas que son más sensibles a estos temas) que desaparece en cuanto el puñetero reconoce las dimensiones exactas del inodoro. En cuanto volvemos a casa el señorito se motiva y las funciones fisiológicas vuelven a la acostumbrada regularidad. Otro tanto ocurre con el tema del descanso, aunque aquí no hay que olvidar lo importante que llega a ser un equipo adecuado. (Personalmente no me canso de recomendar los colchones de Tempur que para algo se desarrollaron por encargo de la NASA, pero también debo decir que soy un poco pesado con las cosas que me gustan). Todos hemos experimentado el placer de volver a nuestras sábanas tras unas semanas de ausencia. Sensaciones que conocemos bien y que sólo se explican por nuestro carácter adaptable de camaleones humanos.



El recuerdo de nuestros años pasados viene siempre envuelto con el papel de colores de las casas que hemos conocido, con sus habitaciones y ventanas engrandecidas y mitificadas por el dorado de la memoria. No hay recuerdo que no venga asociado a un espacio, a un escenario que se ubica justo detrás y que, en muchas ocasiones, percibimos con mayor claridad que las caras protagonistas del momento. 
"Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla/ y un huerto claro donde madura el limonero..." confesaba Antonio Machado subrayando con su rotundo acento poético todo lo que hemos dicho antes. La infancia pertenece a los espacios donde transcurrió y éstos explican muy bien gran parte de lo que vendrá después.



La sociedad no tardará en reconocer la labor de los interioristas como modeladores de la felicidad individual y familiar, de la misma forma que los urbanistas ayudan a organizar el desorden inherente a los grandes grupos sociales, dando forma a una serie de anhelos que se materializan en poblaciones maravillosas donde parece que nada malo puede ocurrir. Progresamos (que bella palabra y que gastada) a golpe de intuición, pero no solo gracias a los avances de la tecnología que nos prepara un futuro más cómodo sino, especialmente, gracias a formas de la cultura como el diseño de espacios que dibuja el escenario de ese futuro. El mismo que definirá a nuestros nietos.



lunes, 16 de junio de 2014

Casas customizadas con grietas de autor

El arquitecto piensa en las casas como contenedores donde transcurre la vida de las personas. Proyecta cajas blancas, abiertas, ventiladas, íntimas. Luego, con la ayuda de los industriales, las construye preñadas de cables, tuberías y conducciones que hacen la vida más fácil y agradable. No puede ir más allá. Como mucho, y si se lo piden, aporta espacios técnicos como la cocina o el baño. Tal vez él mismo o los interioristas acaben de conformar el contenedor en su totalidad. A la luz natural le oponen la nocturna, al blanco, los colores, al frío de los suelos, los tejidos y las maderas… Finalmente lo tiene que dejar porque lo que hace, como el arte moderno, son obras abiertas, no acabadas hasta que las personas les insuflen vida.
Ahí están. Dispuestas a ser adquiridas, ocupadas, habitadas por nosotros. Hasta que llega ese momento mágico, las casas son hojas en blanco donde todo está por escribir. Hermosas libretas de papel impecable, sin trazos, que esperan una historia.


Proyecto de David Kohn Architects La inteligencia de este trabajo y la sensibilidad para adecuarlo a la estética del barrio le han valido el reconocimiento al mejor diseño del pasado año del Festival Inside, del Reino Unido. Fotografías publicadas en Casa Viva 202, cortesía de la revista.


Giramos la llave y entramos en la casa. Desde el momento en que ponemos un pie en ella ya no hay vuelta atrás. Empezamos a escribir con renglones rectos y letra diminuta que poco a poco va acumulando frases con sentido, diálogos ingeniosos y capítulos completos de la vida. Inevitablemente los asépticos contenedores que antes sólo articulaban volúmenes y luz se empiezan a llenar de palabras en forma de objetos que entran y salen, cacharros, alimentos, ropa, niños, gadgets, libros nuevos y diarios viejos.
Todo lo que compone el  infinito léxico del hogar se acumula lentamente y transforma su aspecto en un “tempo” que no es el nuestro, porque seguramente la casa nos sobrevivirá pero, por cortesía, se amolda mucho al ritmo de una generación.




Como las libretas de viajes que se llenan de fotos, recuerdos y entradas de museos, la casa se va cargando lentamente hasta que adquiere un poso inapreciable pero que, en el fondo, nos hace sentir bien. En la habitación del hotel, impávida ante las emociones de quienes pasamos allí una noche, añoramos las sensaciones de nuestra casa. Cuando volvemos después de unos días fuera sentimos una gratificación física inexplicable. Decimos: al fin en casa o como en casa en ningún sitio, y nos arrellanamos en el sofá como si fuera el regazo de nuestra madre a la hora de merendar.
Ese misterio de la casa como espacio protector es algo tan valioso que, a veces, ni siquiera le damos la importancia que se merece, pero todos coincidimos en disfrutar esa sensación y no hay injusticia más grande que no poder hacerlo.



No existe una casa ideal sino aquella que cada uno conoce como propia y donde se siente como persona. Por eso me gusta que el tiempo deje marcas en las viviendas, como lo hace en las personas. Las arrugas en la cara son las huellas de nuestra historia. Las grietas y los despintados, los agujeritos sin tapar y las leves manchas de humedad son las arrugas de la casa, las que no puede prever el arquitecto, las que nos recuerdan que ésta nos espera por mucho que tardemos en volver. Tal vez algún día las viviendas vengan con grietas de autor, como los tejanos se venden con remiendos “customizados”. Grietas y fisuras preciosas realizadas con la mano maestra de arquitectos que se adelantan al tiempo y nos proponen espacios "ya vividos".
Mientras esperamos nuestras huellas nos parecen entrañables porque hacen el espacio más humano y aunque nos pasamos muchas horas luchando contra el desgaste propio y el de nuestra casa, a base de cosmética y bricolage, un poco de edad no le hace daño. Al contrario, saber envejecer añadiendo capas de interés puede ser una virtud a valorar en el momento de juzgar un espacio.



lunes, 9 de junio de 2014

Hogarterapia: la Felicidad en zapatillas

El autor de este humilde blog siempre ha apostado por considerar la casa como el vehículo idóneo para el logro de la felicidad. Un objetivo que está de moda, ahora que el Punset ha descubierto este filón inagotable de filosofía de bodeguilla. Una vez tenemos las necesidades cubiertas (cosa que ahora mismo no está muy clara) avanzamos un paso en nuestra escala evolutiva y reivindicamos el derecho a ser felicianos. Sesudos autores de libros de autoayuda nos descubren que se puede conseguir la felicidad a través de la introspección, la meditación, la religión, la superación, la operación y otras muchas actividades acabadas en "on". 
Pues un servidor quiere dar un paso más allá y barriendo para casa (literalmente) proponer una serie de actividades terapéuticas dentro del propio hogar que pueden convertirse en el mejor remedio contra dolencias específicas o simplemente un camino para el autoconocimiento y la mejora individual con un enfoque holístico. Sin salir de casa, como quien dice. Mientras preparo el volumen con el que voy a financiar mi jubilación, quiero compartir con mis sufridos lectores algunas de las formas en que el Hogar puede mejorar nuestra vida. Pasen y vean:

CROMOTERAPIA
Actividad relajante que consiste en abrir las cajas de objetos que nos acompañan desde la infancia y redescubrir los viejos álbumes de cromos que milagrosamente han llegado hasta aquí. Se acarician con los dedos las imágenes hasta que nos devuelven el sabor a pan con chocolate y las rodillas con mercromina. Se observan efectos secundarios de melancolía.



Una sesión de Sofaterapia en un sofá de la firma Dedon, a la que pertenecen todas las imágenes de esta entrada

SOFATERAPIA
Consiste en dejar transcurrir las horas tumbado en el sofá adoptando diversas posturas que van desde el decúbito supino para zappear a gusto, hasta el tumbado siestero o prono, pasando por la posición de piernas cruzadas y mazo de revistas atrasadas a mano. La sobredosis puede producir lumbalgia.




VINOTERAPIA
Remedio curativo de tipo social que empieza en la bodega o la vinoteca con una buena botella de Ribera del Duero y si es menester prosigue con los mejores descorches que el fondo permita. Infalible estimulante especialmente indicado en ocasión de una buena cena con los amigos. Puede producir somnolencia y sequedad en la boca al despertar.

RISOTERAPIA
Conocidos son los efectos de mejora respiratoria y cardiaca que acompañan a la risa desenfrenada. En este caso se propone no utilizar la inducción forzada de los programas televisivos más lamentables sino el saludable cachondeo familiar o la reunión con los vecinos para chismorrear sobre los que no han venido. Puede producir ligeras molestias mandibulares.




HIDROTERAPIA
Muy aconsejable para mitigar los efectos secundarios de la terapia anterior a base de aguas minerales reconocidas adquiridas en tiendas especializadas. También se puede trasladar a la bañera de forma tópica y acompañarla de higiénicas burbujas o chorros de agua a temperaturas extremas. En compañía es más divertido. Efectos secundarios: no se conocen.




REFLEXOTERAPIA
Actividad esencialmente fortalecedora de la autoestima que propone adquirir ropa y complementos en tiendas especializadas y disfrutar probándolos delante del espejo, lo que constituye una ocasión especialmente apropiada para hacer limpieza en los armarios. La reflexoterapia también se puede realizar con cremas hidratantes, pinzas y productos de belleza ante un espejo de aumento. Puede producir ligera fatiga visual.


FLORES Y BACH

Una combinación sabia de las técnicas de musicoterapia y aromaterapia, sobradamente conocidas y que en este caso se combinan para potenciar los efectos básicamente relajantes. Se trata de realizar composiciones florales en la casa mientras se escuchan excelsas composiciones de música barroca.  Se puede sustituir a Bach por Mozart con efectos parecidos. No hay peligro de intoxicación por dosis prolongadas.

lunes, 2 de junio de 2014

Yo en tu casa y tú en la mía: intercambio de parajes

Intercambiar casas es una nueva forma de viajar y conocer mundo que permite disfrutar, sin coste de alojamiento, de unas vacaciones en un bohemio loft neoyorquino o en una casita con piscina en las islas griegas. Los aficionados a este tipo de canje utilizan páginas especializadas en Internet que les ponen en contacto y facilitan el mutuo conocimiento de los inquilinos, entre una oferta de viviendas muy grande. El resto del acuerdo depende de ellos, normalmente con un protocolo que aporta la web de intercambio. Luego sólo hay que llegar a la casa del nuevo amigo y entregarle las llaves de la propia. En pura lógica, dejan su casa tan coqueta como quieren encontrar la otra y, ya puestos, unos planos para defenderse por el entorno, instrucciones de uso y un regalito de bienvenida.


Imágenes de B&B Italia, cortesía de la revista CASA VIVA

 Las casas siempre están a punto de vivir y pueden ser de muy diversas tipologías, e incluso tener mascota y coche propio. Los apasionados de esta forma de turismo aseguran que no hay sistema más barato, efectivo y eficaz de conocer el mundo. Una vez superadas las primeras dudas, el acuerdo siempre es beneficioso, todo el mundo es muy esmerado, tanto con la vivienda que presta como con la que recibe, y la experiencia se convierte en una opción para las vacaciones adictiva.





España aparece como uno de los destinos más demandados, aunque la oferta de casas está aún muy por debajo de la de países como Estados Unidos, Reino Unido y Francia. “Hay una falsa idea de que los españoles son muy celosos de su casa y su intimidad”, opina Violeta Díaz, representante de Intercambiocasas.com, una de las plataformas más potentes del mundo, con 50.000 usuarios  de lo cuales 2.800 son de nuestro país. “No es cierto, en general los españoles son sociables, abiertos, curiosos y generosos, valores fundamentales para intercambiar”.


A esta forma de intercambio de hogares se le llama técnicamente consumo colaborativo pero, en realidad, se trata del trueque de toda la vida facilitado enormemente por la Red, ya que nunca hay dinero por medio, excepto la cuota que piden las páginas webs por pertenecer al club. Pero el aliciente de esta nueva experiencia según declaran la mayoría de los aficionados, no es tanto el ahorro que supone en cuanto a alojamiento (que también) sino la magnífica experiencia de tipo cultural que posibilita al hacer tan sencillo el vivir en otro punto del globo y, además, en el entorno de una casa ajena.


En este punto, nos parece muy inspirador el hecho de que, junto con las llaves de la casa, los propietarios que deciden prestar su hogar, están brindando toda una filosofía de existencia cotidiana impresa en las paredes del inmueble. Desde la decoración hasta el jardín, pasando por la biblioteca, la cocina, la iluminación, el entorno, la lencería de cama, la atmósfera de los baños, las vistas desde las ventanas… en suma, el espíritu de la casa, todo, encerrado en un juego de llaves.



El intercambio no es sólo de aojamiento, ni se agota al disfrutar los componentes culturales de la ciudad, localidad o país donde se enclava el hogar ajeno.  Es algo que va mucho más allá y que comprende una serie de valores humanos, incluidos los estéticos, que nos transportan a otras vidas de las que, durante unos días, entramos a formar parte sin más. Con el domicilio, se intercambian unos intangibles maravillosos que ninguna agencia de viajes puede poner en sus folletos publicitarios. Los mismos que hacen de nuestra casa un lugar muy especial.