Por supuesto, esta entrada recoge una opinión absolutamente discutible de quien esto firma y que está dispuesto a escuchar voces contrarias. Faltaría más.
Esta mesa de Fendi Casa recupera las esencias de los ataúdes más bellos que conocemos con su peana dorada y su cruz en la tapa. Descanse en paz el buen diseño.
Morelato recupera innecesariamente esta butaca que, en su día, perpetró Mario Bota y que ha envejecido terriblemente desde la época de Memphis. Representa a un señor a punto de bailar una sardana.
La empresa portuguesa Paolo Cohelo (esperemos que no sea del novelista pseudopsicólogo brasileño) aporta esta penosa versión descafeinada de la lámpara Twigy de Foscarini que probablemente se tumba al primer soplo. Copia. Meeec!
La cómoda que nos ha dado más mal rollo y dolor de cabeza es esta pieza de la firma holandesa Ontwerpduo que se entrega con una lente deformatoria que, oh, milagro, la pone tiesa a través del cristal. ¿Pa qué?
La empresa Stress Less se podría exprimir un poco el coco y contratar algún diseñador que nos convenza de que los sillones de relax no tienen porque ser horrorosos. Éste, digno de una peluquería de barrio, se lleva el premio
Otro copión que se queda tan ancho después de fusilar el Nest de Dedon. La empresa se llama Skyline. Como dijo el sabio, bienvenidos sean nuestros imitadores porque de ellos serán nuestros defectos. Lo mejor es la rubia.
La firma Martínez Orts combina en esta lámpara todos los despropósitos que ha encontrado en el almacén para presentar un puzzle infumable con aires de Murano y acabado viejuno.
Este puf de los franceses Mise en Demeure tendría sentido en una tienda de neumáticos, pero en casa no deja que se acerque nadie. Compite con otros tapizados con tejidos risibles pero hemos escogido éste porque es feo por que sí.
Una lámpara que presenta Portobello Street que da miedo, mucho miedo: astas de venado trenzadas con pantallas de pelo de marmota, cadenas, argollas, todo fundido en bronce... Ven hacia la luz, Caroline.
La italiana Slamp ha encargado a Nigel Coates unas lámparas y éste ha tirado de lo primero que se la ocurrido y ha hecho unos monigotes metálicos que dejan escapar la luz y la risa.