Arkitektura cierra.
Unos de los puntos más emblemáticos del
mobiliario de diseño de vanguardia de Barcelona, el que recogió el testigo del
no menos señero Idea Mueble (entre ambos tal vez sumen cuarenta años de
presencia ilusionada del mejor diseño en la ciudad) tira la toalla y decide que
ha llegado al final del camino. Ni siquiera el nivel alto/muy alto se libra del
tirón de la crisis, por lo visto.
Que cierre una buena tienda de mobiliario es tan malo para nuestra cultura como que cierren varios cines dedicados a la versión original. Una malísima noticia para los que amamos el
diseño.
Stand de la muestra italiana de Milán, Salone del Mobile que este año ha coincido con Euroluce.
Dice Marta Ventós en su carta de despedida: “Como fundadora e impulsora de este proyecto
que inicié hace trece años, y del cual me siento muy orgullosa, he podido
constatar cómo tras estos años, el espíritu que lo motivó ha dejado de
interesar a gran parte del público al que iba dirigido. La selección exigente y
exclusiva del mobiliario contemporáneo de diseño, que era la ilusión de muchos
clientes particulares y profesionales del interiorismo y de la arquitectura,
parece no constituir hoy día un objetivo prioritario ni siquiera deseable. Por
ello, he decidido cancelar dicho proyecto
de manera ordenada, y abordar
otras inquietudes y actividades personales. Tras estos años de esfuerzo y
grandes satisfacciones, adopto esta decisión con tristeza pero sin amargura.”
Con inevitable tristeza, pero también con
cierta amargura, constatamos que el diseño no sólo no es una prioridad sino
que, efectivamente, era un lujo. En contra de lo que queríamos creer los
abogados del buen diseño.
Un lujo cultural en un país que tiene a la
cultura al final de la lista de sus prioridades.
Un lujo estético donde lo que más gusta es
la ensalada de estilos al alcance de cualquier Pepito.
Un lujo mental para quienes siguen creyendo
que el mueble tradicional aporta respetabilidad.
Un lujo espiritual para los que creen que el
diseño debe ser ostentoso y autorreferente.
Un lujo económico para los que prefieren
coleccionar coches y relojes.
Un lujo artístico para los que entienden que
el arte es una cosa que se cuelga en la pared.
Un lujo local para los que creíamos que
Catalunya es la cuna del diseño español.
Un lujo nacional en un país de burócratas y
gente con manguitos en la mente.
Marta, has hecho un trabajo magnífico y ahí
quedará para siempre como referente de lo que estuvo a punto de ser posible.
Hacer las cosas bien hechas no es suficiente, por desgracia. Los países nuevos
ricos suelen tener mal gusto y los nuevos ricos que empobrecen, peor.
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