Vamos a fijarnos más en la rehabilitación de las casas que en la construcción de obra nueva, de la que, según parece, vamos sobrados, se ha dicho el Consejo de Ministros muy ufano por su capacidad de anticipación.
Las dos imágenes corresponden a una vivienda donde se ha empleado carpintería de aluminio de la firma Technal.
Más vale tarde que nunca. Hace más de tres años que la industria y
el comercio implicados en la construcción son conscientes de que el mercado de
la rehabilitación es el único posible; al menos, durante la próxima década. Si
consideramos que una casa no es un coche y por lo tanto no tiene porque sufrir
de un proceso de obsolescencia agudo, como cualquier máquina, parece lógico que
nos preocupemos en mejorar nuestro hogar antes que en comprar una segunda o
tercera residencia. Esta ley, por otra parte, viene de la mano de una destinada
a favorecer los alquileres de vivienda a la gente más joven. Otra pequeña
alegría para el sector que precisa de movimiento positivo en un sentido u otro.
El proceso de rehabilitación, por fortuna, no se agota en las
ventanas y las calderas ‒como cree el Gobierno‒ sino que va mucho más allá y
bien puede alcanzar a las cortinas y el menaje de cocina. Ya entendemos que las
ayudas no van a llegar tan lejos pero bueno será si se centran en la piel de
las casas, que de los órganos ya se encargarán sus propietarios en cuanto
puedan, como prolongación coherente de los primeros auxilios.
Cuesta entender cómo no se ha prestado hasta ahora la debida
atención a un sector en vías de extenuación, teniendo en cuenta la cantidad de
puestos de trabajo que es capaz de mover. No olvidemos que detrás de las
ventanas y las fachadas están las casas y, dentro de ellas, los
electrodomésticos, los equipos de ocio y comunicación, los sistemas de
descanso, higiene y preparación de alimentos, los mil y un elementos que
englobamos dentro de la palabra decoración pero que, con más propiedad,
deberíamos considerar piezas de la maquinaria invisible de la vida cotidiana.
Nos centramos en las cuestiones estéticas (nosotros, los primeros)
pero sin olvidar en ningún momento que las preocupaciones formales de un hogar
siempre van ligadas a las puramente funcionales. No hay confort sin tecnología
y es bueno recordar que los fabricantes de temas relacionados con el hogar hace
mucho tiempo que han puesto el ahorro energético en el punto de mira de sus
nuevos diseños. Y ello vale para una persiana tanto como para un grifo o una
encimera. Una casa más eficiente es una casa cercana a la autonomía y eso es
bueno para todos.
Nos alegramos de esta necesaria y esperanzadora noticia anunciada
en una comparecencia de tres ministras mujeres. Vamos a pensar que la visión
femenina de un gobierno ensancha las perspectivas y abre los ojos a otras
realidades más cotidianas. Bien.
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