“¿Qué hay más próximo al ser humano que su casa?
Vivimos en una casa, crecemos, sentimos, nos enfadamos y nos enamoramos,
reímos, lloramos y morimos en ella. La vida se desarrolla entre esas cuatro
paredes, de las que apenas conocemos nada. Podemos describir cada rincón de
nuestro hogar al milímetro, sin titubear, pero es muy posible que no sepamos
cómo hemos llegado ahí. El largo camino que ha seguido la humanidad desde la
lucha para hacer fuego en una cueva hasta el uso de un interruptor para
encender la luz. Un camino que es, en el fondo, el de la historia de la
Humanidad.”
Esta es la presentación que el artista Daniel Torres hace de
su libro 'La Casa. Crónica de una conquista' (Norma Editorial, 2015, 49,50€). Un
libro hipnótico con fantásticas imágenes, que nos permite
introducirnos en una cabaña medieval y en un palacio del Renacimiento y
percibir sensaciones tan reales como si estuviéramos allí. Monumento al detalle
y demostración de que la narrativa ilustrada puede superar en calidad a otros
formatos más conocidos. E incluso convertirse en un documento de asombrosa
exactitud. Una obra seria y profundamente documentada que vuelca en ilustraciones
y secuencias narrativas la historia de la humanidad a
través de algo tan sencillo y determinante como las casas que han servido para
refugiarnos a través de los siglos.
Las páginas de esta obra inesperada que ha precisado de tres
años de documentación y otros tantos de dibujo, nos recuerdan porqué es tan
importante el mundo de lo doméstico y la arquitectura y diseño del espacio
residencial.
Pocas cosas explican mejor la historia de las personas que
su vida cotidiana y esta se decide en el interior de los humildes muros de su
morada, entre cacerolas, trapos, arcones, ventanucos y techos precarios… así se
escribió la evolución de nuestra civilización hasta llegar a este punto del
camino en el que apenas tenemos tiempo para pararnos a reflexionar sobre el
espacio que nos rodea. Pero, como siempre, sigue ahí.
Las casas a través de la Historia cobran sentido como
consecuencia de los avances técnicos de las personas así como de los avatares
sociales y políticos de cada época. Las casas, como se ve claramente, son
producto de una época, de una forma de entender la familia o el clan, la salud,
la alimentación y la comida. Pero también se adivina algo que parece tan
importante o más que esta relación. Las casas, según se atisba en las
ilustraciones y como nos han contado algunos historiadores muy avispados,
también han influido poderosamente en las personas, en su forma de entender la
vida desde un punto de vista esencialmente femenino que ha sostenido infatigable
la cultura de cada pueblo.
El equipamiento sencillo y a la vez progresivamente
sofisticado de las casas explica mejor que las guerras y las religiones cómo
hemos llegado a donde hemos llegado y por qué. Los anhelos de la raza humana
están impresos en los cacharros de cocina que han pasado de mano en mano, en
los arcones y los armarios, en la forma de
las ventanas que muestran el mundo exterior, en las baldosas desgastadas
y los electrodomésticos de la nueva era.
Una obra imprescindible para gozar con todos los sentidos que
explica en imágenes el interior de nuestra alma.
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