Diseño de interiores: la Ventana de Marcel Benedito

Diseño de interiores: la Ventana de Marcel Benedito
Casa Sardinera de Ramón Esteve. Foto: Mariella Apolonio

lunes, 13 de enero de 2014

La casa de la era digital ya está aquí

En la era digital, tres años son un largo periodo de tiempo. No sabemos cómo evolucionarán los gadgets que nos mantienen perpetuamente comunicados con el resto del mundo en los próximos tres años, pero sí podemos confiar en unas tendencias que tienen toda la pinta de instalarse en casa. La ligereza de los soportes es un proceso que no ha desfallecido ni un momento desde la prehistoria de los ordenadores. La ubicuidad de Internet, que nos permite estar online veinticuatro horas al día desde cualquier lugar del mundo, es otro factor que explica la tendencia a la movilidad perpetua. Y arrastrados por esta dinámica imparable van todos aquellos hábitos que discurrían por los “canales analógicos”, desde las compras presenciales a las relaciones personales, pasando por la oficina, el cine, la verdulería y el médico de cabecera…

 
 
Living Tomorrow, una experiencia que muestra cómo podemos vivir dentro de unos años
 
Las nuevas tecnologías nos harán la vida más fácil, una vez nos hayamos ido adaptando a las novedades. De hecho, lo estamos haciendo a un ritmo endiablado. Pero me pregunto cómo influirá todo ello en el aspecto de nuestras casas, en la configuración del entorno cotidiano, sea doméstico, laboral o de ocio.

La primera tentación de este ejercicio de vida ficción es imaginar un hogar hipertrofiado de tecnología, convertido en un robot gigante capaz de tomar ciertas decisiones y hacerse cargo de la gestión de intendencia, seguridad, confort e incluso de nuestra agenda. El clásico androide con lucecitas en la cabeza y voz metálica se pone al día y adopta la forma de una vivienda con todas las consecuencias. Posee cien ojos, brazos que accionan los sistemas de clima, higiene, sueño, cocina y seguridad. Puede mantener el césped segado y responder a estímulos específicos cuando hay niños o invitados. Le pondremos nombre (masculino o femenino, según preferencias) y le daremos instrucciones por la mañana después de que nos despierte con su saludo. La casa será un navegador que nos orienta por las carreteras del día a día.
 

 
Dornbracht muestra con su ducha horizontal cómo puede ser la casa del futuro
 
No hace falta echar mucha imaginación a esta película. La hemos visto cien veces en la pantalla y ahora sabemos que el cine siempre se anticipa a la realidad. Pero ¿esto es todo? ¿Nos vamos a conformar con vivir en una central de servicios decorada con cortinas a cuadros?

Si nos fijamos en los cambios más profundos de la casa veremos que, cuando van en serio, obedecen a transformaciones sociales profundas: la cocina subió junto al salón y se hizo luminosa cuando la mujer entró en la vida laboral. Por tanto, el alma del asunto no es la tecnología; es la propia movilidad que ha provocado en nuestra vida diaria.

¿Será así de agradable la casa del futuro? Imagen cortesía de Casa Viva, foto de Jordi Miralles

La ligereza, el cambio, el transporte veloz, la posibilidad de vivir a caballo entre dos ciudades alejadas, el nomadismo urbano… parecen los factores más decisivos a la hora de pensar en transformaciones del hábitat. El hogar de toda la vida, con perspectivas que se medían por décadas, ha pasado a convertirse en un lugar de paso donde tres años (una vez más) son una larguísima etapa. La mudanza se convierte en un fenómeno habitual y por ello necesitamos muebles que sean más muebles que nunca. Ligeros, transportables, polivalentes, capaces, resistentes, con espíritu joven y alma de viajero.

El nuevo nómada urbano necesita de una tienda de campaña que se despliegue en pocos minutos y le ofrezca todas las comodidades, que sea casi autosuficiente, que sea responsable, gaste poco y viaje con él cuando sea necesario. Una casa adaptable, ligera, móvil, sutil… así veo la casa del futuro.

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