Las imágenes de esta entrada pertenecen a una vivienda proyectada por el estudio MU Architectur y son cortesía de la revista Casa Viva
Los estudios de arquitectura
internacional más preparados han incorporado a sus servicios un departamento de
consultoría acústica para dar respuesta profesional a una demanda cada día más
ineludible y bien expresada por sus clientes: las acondiciones de sonido de los
edificios. Y a medida que los expertos en esta materia han profundizado en las
posibilidades, necesidades y potencialidad de las construcciones, han bajado al
detalle hasta descubrir que los requisitos de una buena acústica no son exclusivos
de los auditorios, cines y salas de teatro, sino que forman parte de las
exigencias de todo espacio diseñado para respetar a sus ocupantes, entre ellos,
en un lugar preferente, los hogares.
Intervienen muchos factores en
este sofisticado capítulo del proceso constructivo: desde la volumetría de los
espacios a habitar, hasta los materiales que los recubren, el grueso de las
paredes, las propiedades de vibración sonora, las ventanas, los tejidos, el
pavimento… Según los expertos cada edificio tiene un sonido determinado y, si
se para el oído con atención, descubriremos que cuanto más grande y alto es,
tanto más claro se expresa en su propio tono de voz. Más o menos como una
soprano. La arquitectura suena: hay edificios cantarines y otros opacos. Hay
espacios donde se fomenta el caos, como las discotecas, y otros donde se
respeta el silencio, como las bibliotecas de toda la vida.
A nivel residencial la cosa no
varía demasiado. Hay casas ruidosas y otras, afortunadas, que lo son menos. A
las vibraciones sonoras de origen humano hay que sumarle el sinfín de elementos
que producen ruidos, sonidos y murmullos dentro de la estructura de una casa y
que suelen actuar especialmente durante la noche, cuando la radio y la calle no
compiten con ellos y las pisadas sobre el parquet, la caldera, las estructuras,
los cristales y las cortinas entablan su suave y persistente conversación. A
veces, de forma inquietante.
El descubrimiento del silencio es uno de los grandes retos que tenemos ante nosotros en una sociedad que fomenta el ruido permanente. Ya se han celebrado fiestas silenciosas (a base de cascos) donde la música se interioriza y el silencio se convierte en un ingrediente más del encuentro. Y existen plataformas que pretenden fomentar la ausencia de sonido como un bien a recuperar dentro del aparente follón urbano. Luchar contra el ruido es una forma de ecología mental que encuentra su paralelo en la responsabilidad ecológica que se opone a la suciedad sobre el planeta. El silencio es un bien de la naturaleza recuperar. Y si el vecino no baja el volumen, siempre queda la solución que proponía un amigo: sumarse a la fiesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario