Diseño de interiores: la Ventana de Marcel Benedito

Diseño de interiores: la Ventana de Marcel Benedito
Casa Sardinera de Ramón Esteve. Foto: Mariella Apolonio

lunes, 29 de febrero de 2016

Cocinar es fácil, lo difícil es proyectar un restaurante

Siempre me ha intrigado la tremenda capacidad mediática de los chefs en comparación con la escasa atención que reciben los diseñadores de interior por parte de los mismos medios. ¿A qué se debe este desequilibrio flagrante? ¿Por qué cualquier chef jovenzuelo con barrillos que dirige un restaurante con una carta aceptable merece una página de la prensa seria con entrevista incluida y los diseñadores de interior nunca aparecen por ahí? 
De entrada asumo el mea culpa corporativo como periodista por poner el foco en el plato de tortilla líquida con aroma de trufa blanca y olvidarme del entorno donde me lo estoy zampando. Pero, obviamente, hay algo más que sensibilidad de periodistas hambrientos de modernidad en este curioso desajuste.
Dejadme que exprese una reflexión que me ha llevado muchos meses articular adecuadamente pero de la que estoy convencido: Es mucho más fácil cocinar que proyectar la cocina. Es mucho más fácil pensar un plato que pensar un espacio. Es mucho más fácil diseñar un menú postmoderno que diseñar un restaurante modernito agradable.
Dicho está. Ahora toca explicarme.


Un plato de Disfrutar. Los pimientos son de chocolate. Lo juro

Un par de meses atrás tuve la fortuna de ser invitado por una firma alemana con afinidad por la alta cocina (por qué no decirlo, Bulthaup) a una comida larga y estrecha en el restaurante Disfrutar de Barcelona. Veintitantos platos a cuál más sorprendente, imaginativo y revolucionario, en una gloriosa sentada de casi cuatro horas más cafés. Fue una verdadera experiencia culinaria. Lo más parecido que hay en Barcelona a lo que ofrecía Ferrán Adrià en su mítico restaurante de Roses. Un consejo: no os lo perdáis.


Cuando entras en Disfrutar por primera vez te explican el espacio. Increíble

Pero lo que más me llamó la atención fue la presentación de uno de los camareros quien, al entrar me invitó a contemplar el espacio y me explicó algunas de las características del mismo, según sus propios autores, los amigos de El Equipo Creativo: la cerámica, el Mediterráneo, los materiales, la luz... Que yo sepa, es la primera vez que en un restaurante son plenamente conscientes de la importancia del espacio de cara a disfrutar por completo de la visita.
Algo está ocurriendo cuando los cocineros empiezan a preocuparse en serio por el espacio, casi tanto como por los platos. Vamos bien. Pero quiero ir más lejos y explicar porqué considero injusto el olvido de los diseñadores de espacios en los medios de comunicación.
La creación de un plato es un ejercicio de experiencia e imaginación. Es un trabajo de prueba y error donde influye la creatividad, la intuición y el sentido del gusto. Con estas tres armas y mucha paciencia se puede llegar muy lejos. Es cuestión de probar y seguir probando hasta dar con el punto justo. La imaginación puesta por delante de todo lo demás es lo que ha marcado el camino de la nueva cocina. Me quito el sombrero y no quiero que parezca que hay demérito en este fenómeno. Tanto mejor que se haya producido en nuestra tierra: eso que gana la imagen del país que, dicho se de paso, no le va nada mal.


Restaurante Celeri de Barcelona, proyecto de Tarruella Trenchs

El trabajo del diseñador, por su parte, es mucho más complejo. También interviene la creatividad, la intuición y los sentidos (en este caso el de la vista, el tacto y el oído). Pero a esto hay que añadir toda la formación técnica que requiere un proyecto de este tipo. Construcción, instalaciones, acústica, recorridos, climatización, resistencia, materiales, seguridad, mantenimiento, comodidad, trabajo... Y para que todo esto funcione coordinadamente hay que tomar decisiones en cuanto a reformas, mobiliario, pavimentos, materiales, baños, cocina, extracción de humos, mesas, sillería, mantelerías, luminarias, almacenamiento, diseño gráfico y un etcétera inacabable. Ese paquete complejo y enmarañado se tiene que resolver en un tiempo récord y asegurar su funcionamiento. No podemos olvidar que todas estas capas técnicas van disimuladas por las capas estéticas que son las que proporcionan confort, identidad y visibilidad al espacio. A la experiencia técnica hay que añadir un objetivo estético expresado como concepto por los propietarios.
Un verdadero lío. Si todo eso funciona tendremos en nuestra ciudad un espacio perfecto dispuesto para que los cocineros trabajen en él. Se dice pronto.

¿Porqué todo esto no requiere la atención de los medios?
Tengo mi teoría pero lo dejo para otra entrega.

No hay comentarios:

Publicar un comentario