Hay un profesor universitario
norteamericano israelí, Tal Ben-Shahar, que imparte con éxito charlas por todo
el mundo explicando cuáles son los tips que debemos observar para ser más
felices y disfrutar de la salud física y mental que este estado de ánimo comporta
a las personas y a las sociedades.
Entre los consejos que apunta el
tal Tal encontramos cosas obvias, cosas interesantes y algún detalle
sorprendente. Es obvio que hacer ejercicio todos los días, alimentarse
correctamente y ser amable con los demás ayuda a forjar un temperamento
Feliciano.
Fotografías de TR House, proyecto de PMMT Arquitectes, premio Technal, fotos Pedro Pegenaute cortesía Technal.
Es interesante saber que también
ayuda el hecho de ser asertivo, gastar el dinero en experiencias y no en cosas
y enfrentarse a los retos de cara. Lo que resulta más sorprendente de estos
trece consejos que nos brinda el autor es el que se refiere al calzado cómodo
como una de las recetas para alcanzar este grado de satisfacción interior al
que todos tenemos derecho, una vez cubiertas las necesidades básicas. Unos
zapatos que aprietan, desde luego, no son un buen principio para acometer el
día con el objetivo puesto en ser dichoso.
Me resulta levemente inquietante
que todo un experto en el tema felicidad baje la vista hasta las simas
ideológicas de los pies para encontrar el enemigo a combatir. ¿Tendrá algún
interés en beneficiar al lobby de los zapateros si es que existe este lobby en
el aparatoso sistema político americano? ¿Será producto de una mala experiencia
con un juanete?
Nuestro querido amigo, el
conferenciante exitoso, ha olvidado incluir en sus trece consejos una fuente de
felicidad imprescindible, inagotable e ineludible como es el hogar. Un hogar
acogedor que no aprieta los pies, ni la espalda ni la mente. Un espacio para
vivir solo o en compañía agradable, confortable y luminoso donde nos sentimos
nosotros mismos mejor que en ningún otro sitio. De hecho esta descripción
coincide con los objetivos de los primeros diseñadores del hogar moderno, el
matrimonio Eames que hizo de su propia casa un ejemplo de armonía y buen gusto.
Mira por donde, ya hemos encontrado un vínculo directo entre diseño y
felicidad.
Cuando un interiorista habla con
sus clientes para averiguar qué es lo que necesitan en su nueva residencia o en
la reforma de la antigua, lo que hace es un análisis de los factores de
felicidad ambiental que les va a proporcionar. En sus manos están los elementos
que, sabiamente combinados, se convertirán en la escenografía de una película
de amor con final feliz todos los días, por la noche, al apagar la luz.
La casa bien equipada y decorada
incrementa nuestra felicidad; no tenemos la más mínima duda. Brindamos
desinteresadamente el consejo catorce a los expertos porque, seguramente, les
faltaba algo y no acababan de encontrarlo.
Lo que comentáis es completamente cierto. Una casa en orden, con una decoración uniforme y sin sobrecargas ofrece mayor felicidad y bienestar a quienes la habitan.
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