¿Podemos afirmar que el humor impregna gran parte de los
proyectos de diseño industrial que caracterizan nuestra época? Desconozco si
hay estudios sobre esta extraña relación, pero sólo hay que echar un vistazo a
las previas que recibimos del Salone de Milán para comprobar que, un año más,
muchos de los diseños expuestos son un guiño de complicidad con diversos
referentes culturales que buscan abiertamente arrancarnos una sonrisa. El
sentido del humor es un arma poderosa y en nuestro pequeño mundo funciona con
eficacia.
Habría que remontarse a la cultura pop (de la que beben la
mayoría de los profesionales en activo) para reconocer a los Warhol y compañía
como antecedentes de este espíritu. Su crítica poética a la sociedad de consumo
se lleva hasta el final y se convierte en materia narrativa para los nuevos
diseños y ejercicio de estilo. Lo que hizo Warhol con las latas de sopa Campbell se parece bastante a
la operación de traslación a plástico de las sillas Louis XVI de Philippe Starck,
y el hecho de que el francés guste de hacer payasadas en las presentaciones de
sus productos da mucho qué pensar.
American Chateau By Jaime Hayón
Pensemos en el gran (en todos los sentidos, que he estado a
su lado) Marcel Wanders y en su logo con nariz de payaso dorada, en los propios
diseños que hace para Moooi, con ese humor sofisticado y barroco que forma
parte de su personalidad. Pensemos en nuestro prolífico Jaime Hayón y en lo mucho
que le gusta disfrazarse para las fotos promocionales. Los objetos que ha
hecho para Lladró, Baccarat, BD o Camper aparecen siempre impregnados de un sentido del humor
hispánico que se vende de maravilla en el extranjero, con ese punto de
melodrama que tan bien capta Almodóvar en sus películas.
Green Chicken de Jaime Hayón
La mirada del diseñador es lúdica, infantil y un punto
cachonda. Nos enseña a reírnos de las cosas y de nosotros mismos y nuestras
tonterías en un ejercicio de vitalidad imprescindible. Nos ayuda a pasar con menos amargura por este valle de lágrimas
económico y a ver el futuro con esperanza. Tal vez sería conveniente que se impartiera una asignatura de sentido del humor en las escuelas de diseño. Ese
puntito de ironía que los descendientes de Cervantes (otro cachondo) sabemos
dosificar como nadie.
¿Humor? o es "tendencia"?
ResponderEliminarhe ahí la cuestión!
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